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Científicos españoles buscan comercializar sus descubrimientos con fondos europeos

por Informacion Digital
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En los últimos años, la ciencia española ha comenzado a dar un paso decisivo: transformar los resultados de laboratorio en productos, servicios y tecnologías que puedan llegar al mercado y generar un impacto directo en la economía y en la vida de los ciudadanos. Un movimiento impulsado, en gran medida, por las subvenciones del Consejo Europeo de Investigación (ERC), uno de los programas más prestigiosos y competitivos de financiación de la investigación en Europa.

Hasta hace no mucho, la mayoría de los proyectos financiados por el ERC en España se quedaban en la esfera académica, con publicaciones en revistas científicas de alto nivel pero con pocas opciones de convertirse en soluciones prácticas. Esa tendencia empieza a cambiar gracias a los “proof of concept grants”, ayudas específicas destinadas a explorar la viabilidad comercial de los hallazgos científicos.

Estos fondos, que pueden alcanzar los 150.000 euros por proyecto, permiten a los equipos de investigación dar un salto que suele ser crítico: validar que sus ideas no solo funcionan en condiciones de laboratorio, sino que también tienen cabida en el mercado real. Con ellos, los científicos pueden realizar estudios de mercado, desarrollar prototipos, proteger su propiedad intelectual mediante patentes o incluso establecer contacto con potenciales socios industriales y financieros.

En España, ya se observan ejemplos claros de este cambio de mentalidad. Equipos en áreas tan diversas como la biomedicina, la inteligencia artificial, la energía renovable o la nanotecnología han comenzado a aprovechar estas ayudas para acercar sus descubrimientos a la sociedad. Desde nuevos sistemas de diagnóstico precoz de enfermedades neurodegenerativas hasta materiales avanzados para baterías más sostenibles, pasando por algoritmos de predicción climática, la lista de proyectos en marcha es tan amplia como prometedora.

Lo significativo no es solo el contenido de estas investigaciones, sino el hecho de que los propios científicos se estén implicando en la tarea de transformar sus ideas en iniciativas empresariales. Varios de ellos ya han constituido spin-offs universitarias o colaboran directamente con empresas del sector privado para acelerar la llegada de sus soluciones al mercado. Se trata de un giro cultural en el panorama científico español, históricamente más centrado en la producción académica que en la explotación comercial de la investigación.

El desafío, sin embargo, es mayúsculo. Muchos investigadores reconocen que la burocracia, la falta de experiencia en gestión empresarial y la ausencia de una red sólida de inversión en fases tempranas dificultan el proceso. Aun así, el respaldo del ERC proporciona una credibilidad que atrae a incubadoras, parques tecnológicos y fondos europeos interesados en apoyar la innovación de base científica.

Según datos recientes, España se encuentra entre los países europeos con mayor número de proyectos ERC en marcha, aunque todavía por detrás de potencias como Alemania, Francia o el Reino Unido. No obstante, los expertos coinciden en que el interés creciente por los “proof of concept grants” refleja un cambio de mentalidad que puede tener un impacto a medio plazo en la competitividad de la economía española.

Los próximos años serán clave para comprobar si este impulso logra consolidar un tejido de empresas innovadoras capaces de competir en mercados globales. Por ahora, lo que está claro es que los investigadores españoles no quieren que sus descubrimientos se queden en un cajón: buscan que se traduzcan en soluciones útiles, generen empleo y ayuden a posicionar a España en la vanguardia de la innovación científica europea.

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