Un año después de lograr escaño en el Parlamento Europeo, el eurodiputado Luis “Alvise” Pérez atraviesa su momento más complicado. Su popularidad en redes, que fue motor de su éxito electoral, se ha desplomado en las encuestas, y su actividad parlamentaria ha estado marcada por la controversia.
Durante la campaña, Pérez prometió donar íntegramente su sueldo de eurodiputado. Sin embargo, hasta la fecha solo ha cedido tres mensualidades, lo que ha generado críticas incluso entre algunos de sus seguidores. A esto se suma la marcha de dos de sus compañeros de lista, que se distanciaron por “razones éticas” y por discrepancias con su estilo de liderazgo.
El caso más delicado está relacionado con los 100.000 euros en efectivo que recibió del empresario Álvaro Romillo, conocido como “CryptoSpain”. Según Pérez, se trató del pago por una charla sobre libertad financiera. No obstante, la oposición lo señala como un posible ejemplo de financiación irregular de campaña, extremo que él niega tajantemente. Asegura que declaró los fondos ante la Agencia Tributaria, el Sepblac y el Tribunal de Cuentas.
La polémica creció después de que Romillo denunciara un violento robo en su domicilio, donde cinco personas lo obligaron a transferir 1,2 millones de euros en criptomonedas. El empresario había sido uno de los principales apoyos económicos de Alvise, lo que volvió a poner el foco mediático en el eurodiputado.
Además, Alvise ha acumulado sanciones en Bruselas por falta de transparencia y arrastra condenas judiciales en España por difamación y vulneración del derecho al honor. Todo ello ha erosionado la confianza en su figura, aunque todavía conserva un núcleo duro de seguidores en redes sociales que mantiene vivo su altavoz político.
La incógnita ahora es si logrará reconducir su papel en la Eurocámara o si su movimiento quedará reducido a un fenómeno pasajero.