El último día de mercado trajo una de esas historias que se recordarán mucho tiempo en el Villamarín. A pocas horas del cierre, el Real Betis Balompié anunció oficialmente el fichaje de Antony Matheus dos Santos, que regresa a Sevilla convertido en jugador verdiblanco a todos los efectos.
El extremo brasileño, que ya había enamorado a la afición durante su cesión de seis meses, firma ahora un contrato de cinco temporadas tras un traspaso cifrado en 22 millones de libras. Una operación poco habitual en el fútbol español por su magnitud económica, pero que el club andaluz ha peleado hasta el final con fórmulas creativas y, sobre todo, con la voluntad del propio futbolista.
Antony quería volver desde el mismo día que se marchó. En Heliópolis encontró un lugar donde lo entendieron, donde recuperó la alegría y la confianza que parecía haber perdido. Su influencia en el equipo fue inmediata: clasificación europea, un derbi histórico y hasta una final continental. Por eso, el Betis y su gente nunca dejaron de soñar con su regreso.
El fichaje se cerró in extremis, con la afición expectante y una ciudad pendiente del desenlace. A falta de poco más de una hora para el cierre de mercado, Antony aterrizó en Sevilla recibido por una multitud entregada. La imagen del brasileño saludando desde la ventanilla de su coche quedó como postal de un deadline day que esta vez sí tuvo sabor español.
La guinda llegó minutos después, cuando el Betis anunció también la incorporación de Sofyan Amrabat, un fichaje doblemente celebrado por haberse adelantado al Sevilla en la operación. Una especie de revancha en clave de mercado que en Heliópolis supieron disfrutar.
En un verano donde LaLiga parecía condenada a la discreción, el Betis consiguió darle un golpe de efecto. Con Antony de nuevo en casa, el equipo verdiblanco no solo refuerza su plantilla: alimenta la ilusión de una afición que se atreve a soñar con todo.
